El encuentro siempre era entre flores. Cuando el sol empezaba a proyectar sus rayos por la ventana las dos se reunían, cada mañana. Y les acompañaban flores rojas y violetas. El olor verde y dorado las embriagaba y, sumidas en un ambiente de nostalgia, compartían risas y sueños. Siempre por la mañana, siempre entre flores. Los pétalos nunca decían no y su secreto se ocultaría tras los reflejos de colores.
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